Miramos las noticias y todos los días invariablemente hay un accidente fatal. El sábado sin ir muy lejos, presencié y asistí a un motociclista que pasó “volando”, sin respetar la preferencia y sin mirar ni siquiera para evitar la colisión. Había que ver también lo que era la moto; un montón de “fierros” sin luces, atadas las partes con gomas, . . .
Es posible que usted se pregunte: ¿por qué se producen los accidentes de tránsito, si todos manejamos bien, las calles son anchas, la visibilidad es buena, no hay bruma, la señalización es bien visible? En definitiva, no deberían existir tantos accidentes como ocurren.
Sin embargo, a las carencias esas debemos agregarle la existencia de causas por las cuales todos los días tenemos que lamentar heridos o muertes que podrían evitarse. Porque, aunque no nos guste, los uruguayos no manejamos tan bien como creemos, y justamente esa es la causa de que se produzcan los accidentes de tránsito.
Las fallas que cometemos nosotros -y me atrevo a decir que en todo el país ocurre lo mismo- son variadas.
Exceso de velocidad. Nuestras calles y rutas por un lado no están preparadas para correr carreras, pero nosotros nos empeñamos en transformarlas en pistas de fórmula uno, o por lo menos de turismo de carretera. Y entonces se producen los accidentes. No planeamos nuestra vida. Salimos a último momento, y cuando nos damos cuenta que llegamos tarde, nos apuramos contraviniendo todas las normas de tránsito.
Entonces me pregunto. Si hay tanto vehículo en la calle, tanto atrancamiento, y si antes demorábamos 10 minutos en llegar a algún lado, no es posible tomarnos unos minutos más para poder llegar a tiempo? No es posible que cada uno vaya a la velocidad que corresponde, por su senda y lograr agarrar todos los semáforos en verde y no tener necesidad de frenar (para no gastar pastillas), no tener que acelerar de cero (para ahorrar combustible y tiempo).
Otra causa es no ceder el paso al que aparece por la derecha o al transeúnte que está transponiendo la senda peatonal.
Yo sé que no existe más el cuidar al prójimo. Cada uno cuida por sí mismo. Pero, las ordenanzas de tránsito creen que aún mantienen la preferencia por el que viene a la derecha, o de algunas vías importantes que hay que respetar y cederles el paso. Y ni que hablar de los peatones, pese a que cruzan por cualquier lado y como si tuvieran piernas de titanio como las de Terminator.
También conducir demasiado cerca del vehículo que va adelante y en el momento menos pensado, lo colisionamos de atrás.
A eso debemos agregarle la innumerable cantidad de vehículos (incluido los ómnibus, camiones, transportes escolares y taxis) sin haber pasado por el test automotor y menos realizarles el mantenimiento correspondiente, que circulan sin frenos. O los “vivos” de siempre que intentando ganar un lugar van haciendo adelantamientos y cruzándose delante de ti.
Conducir entre dos carriles y no por el que debemos circular sin invadir el otro o sin desviarnos.
Otra cosa. Es prácticamente nueva la señalización de carriles para los autos y los “buses”. Y no hay nadie que respete eso. Ni los ómnibus que van por donde quieren haciendo uso y abuso de su tamaño, a exceso de velocidad para cumplir con los tiempos y trayectos, los “vivos” que ya mencionaba y los “domingueros” o los asustadizos que van por la mitad de la calle trancando el paso.
Agréguenle a esa situación, los distraídos o los que se llevan la oficina o el baño a la cabina del automóvil, donde hablan por celular, se poner rímel en las pestañas mirándose en el espejo retrovisor, y obviamente, no van atentos al tránsito demorando aún más lo complicado que está.
Hacer virajes inadecuados y sin avisar. Y a eso le agrego, la total falta de respeto a la señalización y al grado del permiso de conducir, donde vemos todos los días virar a la izquierda donde no se puede, hacer cambios de giro a mitad de cuadra hasta en importantes avenidas; y no hablo de las motos. Los autos particulares y taxis.
Adelantarnos a otro vehículo sin tomar las precauciones suficientes para estar seguros que podremos trasponerlo sin peligro para el otro que circula en sentido contrario.
Hacer caso omiso a las normas de tránsito.
Yo me acuerdo, que un par de veces me comí un par de carteles de PARE. Me pusieron sendas multas, y les puedo asegurar que hoy los veo y los beso. Entonces, me pregunto. No es posible que se respeten dichos carteles, al igual que los que dicen: Ceda el paso, los de velocidad máxima, cuidado escuela, las luces de los semáforos, llevar las luces encendidas, etc.
Retroceder -salvo para estacionar-, lo que está prohibido. Manejo temerario, imprudente e irresponsable. Frenos defectuosos. Y muchos más, largo de detallar.
En definitiva, salvo muy contados casos en que por una falla mecánica u otra circunstancia ajena al que está conduciendo se produce un accidente, la mayoría -por no decir casi todos- se deben a fallas humanas que podrían evitarse. Si todos tomamos conciencia de que llegar un minuto tarde es mucho mejor que no llegar y tratamos de conducir bien, correctamente, a la defensiva y no queriendo llevarnos todo por delante, disminuirían los accidentes de tránsito, con lo que evitaríamos lesiones o muertes que llenan las páginas de los diarios todos los días.
Manejemos para volver y no para ser llevados en una ambulancia al hospital. Y lo digo con propiedad. De repente alguno dirá también, porque soy “veterano”. Pero, me acuerdo cuando era “chiquito” que me enseñaron a respetar y cumplir las normas y hoy afortunadamente, estoy acá intentando trasmitir mis conocimientos y experiencias.